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Arquitectos: VOID Studio
- Área: 230 m²
- Año: 2024
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Fotografías:Cesar Belio
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Proveedores: Interceramic, Kimikolor, Tecnolite

Descripción enviada por el equipo del proyecto. Construida a principios del siglo XX por el matrimonio Müller Stellmann, esta casa encierra más de cien años de historia. Tras la muerte de sus últimas herederas, sus habitaciones quedaron intactas, como esperando a quienes nunca volverían. El paso del tiempo y el abandono opacaron su esplendor: techos colapsados, ventanas vandalizadas y un muro derrumbado que dio pie al saqueo y a problemas sociales.

Ubicada en la esquina de la calle 4a y José Esteban Coronado, a una cuadra de la Quinta Gameros y en línea recta con la Catedral Metropolitana, su valor no es solo arquitectónico, sino urbano. Conscientes de esta importancia, el propietario contactó a Void Studio con la misión de rehabilitar el inmueble e impactar positivamente la zona. El estudio propuso un proyecto que respeta y adapta la estructura original para albergar tres espacios independientes: oficinas, panadería y un salón para catas de Sotol.

Ubicada en la esquina de la calle 4a y José Esteban Coronado, a una cuadra de la Quinta Gameros y en línea recta con la Catedral Metropolitana, su valor no es solo arquitectónico, sino urbano. Conscientes de esta importancia, el propietario contactó a Void Studio con la misión de rehabilitar el inmueble e impactar positivamente la zona. El estudio propuso un proyecto que respeta y adapta la estructura original para albergar tres espacios independientes: oficinas, panadería y un salón para catas de Sotol.

Durante la obra emergieron distintas etapas constructivas: muros de adobe del periodo minero, un volumen ochavado de aire afrancesado, y arcos y herrería de los años cuarenta. En la panadería se restauraron papel tapiz, ventanas y el piso damero de diseño único, creado por Enrique Müller. También se dejaron a la vista fragmentos de ladrillo y marcas de cielos de tela. Aunque los techos originales no pudieron conservarse, se utilizó plafonería ligera respetando el sistema de viguería. Los muros de adobe se sellaron o recubrieron con Tablaroca.

En la oficina, una segunda piel de muro se detiene antes del techo y se resalta con una línea de luz que evidencia texturas. El espacio para catas, de nueva construcción, tiene carácter distinto: techumbre ligera y tres caras de cristal y herrería que miran hacia los muros antiguos.

Los acabados armonizan con lo existente: muros con estuco Kimiplaster de tonos neutros, pisos de mármol travertino en interiores, piedra natural y cantera reciclada en exteriores. En fachada y patio se optó por el blanco para reflejar luz y disminuir el calor.

La iluminación refuerza la narrativa: luces indirectas en interiores, arbotantes y acentos desde el suelo en exteriores. Una lámpara artesanal de Oaxaca destaca en el área de catas, evocando el paisaje desértico.

Casa Müller no solo fue restaurada, sino resignificada. Sus nuevos usos atraen vida al centro histórico y fomentan la apropiación ciudadana. La panadería y el salón de eventos lo integran a la comunidad y sirven de inspiración para que otros propietarios redescubran el valor de sus inmuebles, impulsando la regeneración del patrimonio urbano de Chihuahua.






